La demolición de la antigua Residencia Cantabria en Santander, que será reemplazada por el futuro Parque de Innovación de la Salud, generará unas 4.000 toneladas de amianto, una sustancia cancerígena presente en los techos, fachadas, suelos y estructuras del edificio principal, una torre de 45 metros frente al Hospital Marqués de Valdecilla.
El equipo de gobierno de Cantabria, encabezado por María José Sáenz de Buruaga (PP), ha tomado esta decisión, pero no ha considerado oportuno aun revelar públicamente en qué localidad se albergarán los miles de toneladas de amianto que resultarán de la demolición de la antigua Residencia Cantabria. Sin embargo, el consejero de Medio Ambiente, Roberto Media, anunció que para mayo de 2026 la región tendrá una planta para tratar estos residuos con amianto.
Media únicamente comunicó que la instalación se situará cerca del Centro Medioambiental de El Mazo, que está en Sierrapando (Torrelavega) e informó a los medios que, más adelante se dará a conocer el municipio cántabro dónde se situará definitivamente.
Según explicó, Cantabria es de las pocas comunidades que aún no tiene un vertedero para amianto, por lo que actualmente hay que llevar estos residuos a otras comunidades lejanas. Este transporte supone unos gastos muy altos para las empresas y administraciones cántabras, por ello han considerado que había que buscar una solución al respecto sin más demora.
Al principio, se planeó llevar este material de amianto a un vertedero de Zaragoza, pero para ahorrar dinero, el Gobierno ha decidido depositarlo en un vertedero cántabro que admita este residuo peligroso. Se estima que la demolición, realizada por la empresa pública Tragsa, costará un total de 17,5 millones de euros, de los cuales más de 10 millones estaban destinados originalmente solo a la retirada del amianto. Este presupuesto se verá reducido considerablemente si finalmente el amianto se trata en Cantabria como se ha anunciado.
Según ha revelado, el vertedero formará parte de una instalación ya existente, a la que se le añadirá un “recipiente” especial para este tipo de residuos. Actualmente Cantabria cuenta con tres plantas de tratamiento de residuos. El Mazo (clausurado) y los vertederos de Meruelo y Castañeda que tratan y acopian residuos orgánicos e inertes no peligrosos. Por ahora, solo ha informado que las obras ya han empezado y se espera que todo esté listo para mayo de 2026.
Según la ley estatal actualizada en 2024, este tipo de residuos puede depositarse en vertederos que no fueron diseñados originalmente para residuos peligrosos, siempre y cuando se cumplan varios requisitos, principalmente:
Estén situadas en espacios totalmente cerrados donde únicamente se deposite amianto.
No se mezclen en ningún momento con otros materiales diferentes al amianto.
Se evite siempre que se rompan los embalajes utilizados para el amianto y su contenido.
Se cubra la zona para el residuo todos los días y antes de cada trabajo de compactado.
Se coloque finalmente una cubierta sobre el espacio utilizado en todo el proceso.
Adicionalmente, las compañías expertas sugieren cubrir los restos con cemento, una técnica semejante a la usada para desechos nucleares.
El almacenamiento del amianto es el proceso más utilizado en general el mundo, puesto que eliminar y destruir el asbesto implica un gasto excesivamente alto.
Igualmente, se requiere que los empleados de todos los trabajos con riesgo de amianto cuenten con la correspondiente protección, utilizando filtros especiales en los vehículos de transporte del amianto, mascarillas que cumplan todas las normativas en este campo, epis de seguridad y áreas de descontaminación para cambiarse y limpiarse escrupulosamente, buscando prevenir de este modo la inhalación del polvo de asbesto, que es muy dañino para su salud.